sábado, 6 de octubre de 2012

Estudiando en casa

Hoy Susana ha venido a casa para estudiar el tema de historia moderna. Cuando estábamos hablando de la política reciente, ha surgido como tema el escándalo de la diputada y su vídeo porno. Ella me ha contado que no lo ve descabellado, que eso es normal, que las personas necesitan del sexo, pero que la sociedad carca y retrograda se ha encargado de convertir una cosa normal en algo tabú.
No podía creer las palabras que Susana acababa de pronunciar y así se lo he hecho saber, ha sido cuando ella viendo mi actitud chapada a la antigua ha decidió ponerme a prueba y levantándose de su silla ha dejado caer su vestido sedoso y vaporoso sobre el cálido parquet color roble de mi apartamento.
Para mi sorpresa no usaba ropa interior y ha dejado al descubierto su hermoso cuerpo. Este era fino y cálido, moreno esculpido por el sol sin más marcas que las de un sutil tanga que en otro momento enfundaría su delicado coño. Su cintura era perfecta su cadera ancha y su cabellera larga y negra azabache daban el toque latino perfecto a los grandes y duros pechos que su respiración hacían mover esperando ser aceptados.
Sus pechos generosos y desafiantes a la gravedad centraron la atención de mis miradas. Viendo ella que yo no osaba dar una paso al frente cogió mi mano con firmeza y con un movimiento suave pero seguro lo acerco a su pecho derecho. Mi mano izquierda huérfana del calor infundido por su seno se acercó en búsqueda del calor y sensualidad.
Sus labios y mis labios se fundieron en un beso y aun no recuerdo como mi torso estaba ya desnudo pero se unificaban en una torsión firme y asustadiza a la vez. Ella desató mi cinturón y en un movimiento seguro hundió mi verga en su boca. Los movimientos eran suaves, cálidos, húmedos y lentos. Cada vez que sus labios se acercaban a la base de mi polla a mi me salía un suspiro de placer y cuando la palpitación de mi miembro indicaba la inminente reacción paró.
Me pidió que cogiera mi cámara de fotos para que le hiciera un reportaje susurrándome al oído que fuera paciente. Ella en cada disparo de mi réflex se humedecía más, hasta que de manera natural me tumbó en el suelo para cabalgar encima de mí. Mis manos agarraron con firmeza su trasero para indicarle el ritmo que mi cuerpo exigía hasta que un fuerte apretón en su culo indico a Susana que esa faena la tenia que terminar en su boca.
Chupo y chupo hasta que llene de esperma su boca para acabar tumbados sobre el parquet durante un rato mirando por la ventana y sin dirigirnos ni una palabra. Ella estaba plenamente satisfecha y yo totalmente relajado. Los estudios en mi casa se debían de repetir.

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